El silencio como forma de descanso

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Publicado por JGFT - 2025-08-27

Estamos rodeados de ruido. Y no solo me refiero al tráfico o a los vecinos que ponen la música a todo volumen. Hablo del ruido que llevamos con nosotros cada día: el celular que no para de sonar, las notificaciones que nos interrumpen, y esa mente que repite pendientes como un disco rayado. Y ni hablemos de lo que pasa cuando finalmente se apaga todo… porque en ese silencio, muchos de nosotros no sabemos cómo estar.

 

El silencio puede ser incómodo. Te enfrenta a ti mismo sin excusas. Y eso asusta.

 

El ruido que usamos para evitar sentir

 

Nos hemos vuelto adictos al ruido porque actúa como una anestesia. Nos distrae. Nos mantiene ocupados para no pensar en lo que realmente pesa: la tristeza que evitamos, la ansiedad que disfrazamos con memes, el cansancio que ocultamos con música o series. Apagar todo significa enfrentarse a eso. Por eso es tan difícil.

 

Pero, aunque incomode, el silencio también ofrece algo que el ruido nunca podrá: un descanso verdadero.

El silencio sin pretensiones

No estoy hablando de ir a un retiro ni de convertirte en un experto en meditación. Me refiero a cosas simples: dejar el celular en otra habitación por un rato, caminar sin auriculares, comer sin tener la tele encendida. Son cosas básicas, pero casi nadie las hace porque estamos entrenados para llenar cada segundo.

Al principio se siente raro, la verdad. Los pensamientos se acumulan, la cabeza hace ruido por sí sola. Pero si aguantas un poco, algo cambia. Empiezas a respirar más despacio, comprendes mejor lo que llevas encima, y te sientes más en paz por dentro. Los problemas no desaparecen, pero te sientes más ligero.

Elegir detenerse

Vivimos en un mundo que valora estar “disponible” y ocupado todo el tiempo. Así que detenerse suena a pereza. Pero no lo es. Es necesario.

El silencio no es vacío ni soledad. Es un espacio donde te vuelves a encontrar. Donde no tienes que responder, ni fingir, ni correr. Donde simplemente puedes ser.

 

Da miedo porque no estamos acostumbrados. Pero también libera. Porque, tarde o temprano, te das cuenta de que el ruido te distrae… y el silencio te sana.

 

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