La creatividad escondida en la rutina

Publicado por JGFT - 2025-08-28
Siempre que escuchamos la palabra “creatividad” pensamos en artistas, músicos, escritores, gente que pinta murales o inventa cosas que cambian al mundo. Y claro, eso es creatividad… pero no es solo eso. La verdad es que la creatividad está mucho más cerca de lo que creemos, y muchas veces aparece en el lugar menos esperado: la rutina.
Sí, esa misma rutina que tanto renegamos. La que sentimos que nos mata lo “diferente” o lo “divertido”. Lo curioso es que justo ahí, en lo repetitivo, en lo que hacemos todos los días casi en automático, es donde muchas veces se encienden las ideas más simples y más útiles.
Creatividad en lo cotidiano
Piénsalo: cuando alguien improvisa una receta con lo que había en el refrí, cuando arreglas algo de la casa con lo que tenías a la mano, cuando inventas una excusa medio absurda pero convincente para salir del paso… todo eso es creatividad. No tiene que ser un cuadro de museo. A veces se trata de resolver lo de diario, de encontrarle la vuelta a lo que parecía un problema mínimo, pero que, si no lo resolvías, te arruinaba el día.
El detalle es que no lo vemos así porque nos vendieron la idea de que la creatividad tiene que ser “extraordinaria”.
Lo repetitivo también inspira
Aunque no lo parezca, la rutina es terreno fértil para crear. Te levantas, haces café, vas al trabajo, saludas a la misma gente, escuchas las mismas frases. Parece aburrido, pero es ahí donde muchas veces tu cabeza empieza a conectar cosas sin que lo notes. Un recuerdo con una frase, una imagen con una idea, un gesto con algo que te mueve.
Por ejemplo, ¿cuántas buenas ideas no se nos ocurren en la regadera? O caminando de camino a casa. O en esos trayectos en los que ya ni piensas en lo que estás haciendo porque lo haces en automático.
La rutina, en vez de ser el enemigo de la creatividad, puede ser la chispa.
El truco está en mirar distinto
Lo difícil no es “tener creatividad”, porque en realidad ya la tenemos. Lo difícil es darnos cuenta de que está ahí. Y para eso a veces basta con cambiarle tantito la mirada a lo que ya hacemos.
Si todos los días comes lo mismo, ¿qué pasa si pruebas combinarlo distinto? Si siempre llegas a casa por la misma calle, ¿qué pasa si un día cambias de ruta? No es que el cambio en sí sea la gran cosa, pero abre un hueco: te hace notar lo que antes pasaba de largo. Y ahí, justo ahí, empiezan a salir las ideas nuevas.
Creatividad sin presión
El error es pensar que la creatividad tiene que verse como algo perfecto. Como si hubiera que mostrarlo todo en redes, o lograr algo “digno de aplausos”. Y no. A veces la creatividad es un dibujo mal hecho en una libreta, un chiste improvisado en una conversación, una manera distinta de organizar tu tiempo.
No necesitas talento “especial” ni reconocimiento para ser creativo. Lo que necesitas es dejar de subestimar esas pequeñas chispas que aparecen en medio de la rutina. Porque esas chispas, cuando se juntan, iluminan más de lo que crees.
Al final
La creatividad no vive solo en los escenarios ni en los libros. También está en tu cocina, en tu oficina, en tu camino al trabajo. En esos espacios aburridos donde, si te detienes un momento, tu mente empieza a jugar.
La rutina no mata la creatividad. Lo que la mata es no verla.